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Evolución humana y salud: cómo poblaciones de África, Asia y América se han adaptado a la malaria

Bien es sabido que regiones del mundo como África, Asia y Latinoamérica se caracterizan por tener una alta presencia del mosquito transmisor de la malaria, enfermedad provocada por el género Plasmodium. Es una enfermedad bastante común, a la que estas poblaciones han debido adaptarse.

Para empezar vamos a conocer más sobre la enfermedad. Es provocada por un parásito eucariota llamado Plasmodium, éste sigue un ciclo de vida, que incluye un vector (el mosquito Anopheles), donde se reproduce sexualmente y un huésped (el ser humano), donde se reproduce asexualmente.

Tras la picadura del mosquito el parásito pasa a la sangre. Se transportan hasta el hígado donde se multiplica, teniendo lugar una primera parte del ciclo asexual. En esta etapa el parásito puede reinfectar a los hepatocitos o volver al torrente sanguíneo e infectar a los eritrocitos. En los eritrocitos el parásito se alimenta del contenido proteico, este proceso acaba con la rotura del eritrocito. 

Los síntomas comienzan tras unos 10-15 días desde la picadura del mosquito. La malaria es una enfermedad altamente mortal si no se diagnostica a tiempo, especialmente la causada por la especie P. falciparum, que si no se trata en 24 horas puede convertirse en una enfermedad grave y conducir a la muerte. Se calcula que al año mueren unas 500.000 personas por esta enfermedad.

Sin embargo, hay poblaciones que están desarrollando adaptaciones para convertir a la malaria en una enfermedad menos letal. Se ha visto que hay una prevalencia del grupo sanguíneo 0 en regiones como África, lugar donde la malaria es común. Las personas del grupo sanguíneo 0 están más protegidas contra la malaria grave, mientras que las personas del grupo A son más propensas a padecer una versión grave de la enfermedad y morir.

Se ha visto que la proteína RIFIN juega un papel importante. El parásito secreta esta proteína que se dirige a la superficie de la célula sanguínea actuando como pegamento. Esta proteína se une fuertemente a las células del grupo sanguíneo A, mientras que lo hace débilmente en las células del grupo sanguíneo 0.

Éste podría ser un claro ejemplo de adaptación humana, puesto que en estas áreas geográficas los individuos con grupo sanguíneo 0 habrían resistido mejor la enfermedad, mientras que los individuos con grupo A no habrían sobrevivido, aplicándose así un tipo de selección natural. Esto hace que la prevalencia del grupo 0 cada vez sea mayor, hasta convertirse en el grupo sanguíneo dominante.

Escrito por Sara García Sánchez – Graduada en Biología, especializada en alimentación.

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